Depósitio Sonoro

Shuffle

El infinito creativo de Uwe Schmidt

Uwe Schmidt es una de las mentes mas creativas y ambiciosas de la música electrónica internacional en las últimas dos décadas. Desde sus inicios en 1985 ha publicado numerosos discos en sellos de culto y ha trabajado con artistas como Depeche Mode, Air, Bill Laswell o Yellow Magic Orchestra. Originario de Frankfurt radicado en Santiago de Chile, lugar que resultó fundamental para impulsar su carrera al publicar internacionalmente el aclamado El Baile Alemán bajo el nombre de Señor Coconut, trabajo que le hizo obtener el premio Quartz por la categoría de mejores arreglos y producción musical. Un artista incansable que hasta la fecha sigue produciendo y trabajando en sus numerosos proyectos siendo Atom™ al que mas le ha dedicado tiempo lanzado recientemente otro interesante álbum de electrónica ácida. Uwe Schmidt es un compositor, músico y productor alemán radicado en Chile, uno de los personajes más creativos en mundo de la música electrónica. Una de esas personas que no saben o no pueden quedarse tranquilas. Desde mi punto de vista Uwe Schmidt es un enfermo obsesionado en quien la producción de sonidos son el único síntoma mecánico de su enfermedad. Este misterioso personaje alemán procedente de Frankfurt a pesar de ser el eje de más de una treintena de proyectos musicales enfocados a la música electrónica, le gusta ocultarse tras el anonimato que da el nombre a cada uno de sus proyectos como: Atom Heart, Dr. Mueller, Señor Coconut, Surtek Collective, Geeez `N´ Gosh, Lisa Carbon Trio, Erik Satin, Mambotur, CMYK, Atom™ y un larguísimo e interesante etc. Además Uwe Schmidt es director del sello Rather Interesting y miembro de M.A.C.O.S (Musicians Against Copyright Samples). “Siéntete libre de samplear mis discos” suele decir él. Desde sus inicios en 1985 Uwe Schimidt se ha convertido en un verdadero genio de la programación musical y la experimentación digital que a veces es imposible encuadrar en un solo estilo, mas que una clasificación estilística o formal tan solo se pueden usar dos palabras para sintetizar la esencia de Uwe Schimidt: innovación y calidad. Poco después de mudarse a Santiago de Chile en 1997 Uwe lanzo el aclamado álbum El Baile Alemán bajo el proyecto de Señor Coconut siendo editado a nivel internacional en 12 países.  Actualmente Uwe Schimidt cuenta con mas de 1800 temas originales en mas de 200 discos  con diversos sellos y una multiplicidad infinita de nombres. Uwe Schimidt continua produciendo música para una amplia gama de proyectos y recientemente ha lanzado un nuevo disco llamado Beauty>>Forward bajo el alias de Atom™, el proyecto más activo de Uwe en los últimos años.   

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¿Cuándo vendrá Death Cab For Cutie a México?

Por alguna extraña razón nunca han venido y no sabemos si algún día lo harán. We have the facts, and we’re voting yes: Hace unos días, gracias a la inmediatez de las redes sociales, me enteré del aniversario no. 15 del único y maravilloso disco de The Postal Service: Gave Up y fue inevitable no pensar en Death Cab For Cutie, y específicamente en Ben Gibbard, compositor y voz principal en ambos proyectos. Little Bribes Pero lo que en verdad llamó mi atención fue que tratando de recordar alguna presentación de DCFC en México, ¡oh sorpresa!, descubrí que NUNCA han pisado tierra azteca y, aunque las razones podrían ser muchas: desde que su booking manager pida lo imposible para traer a la banda, no aprovechar el timing de sus giras en festivales y presentaciones cercanas a México, su capacidad de vender boletos en México (que tiene mucho que ver con cuantos fans cuenta la banda en México, que no son pocos, debo decir), cuesta trabajo entender cómo es que los organizadores de conciertos y/o curadores de festivales en México hayan dejado de lado a tan importante banda del llamado Indie Rock. Sobre todo ahora que la cantidad de festivales aumenta y se diversifica exponencialmente año con año y que permite que bandas incluso más nuevas y con pocos recursos puedan presentarse en venues muy pequeños pero con una exposición mediática a nivel mundial. Y, ¿por qué tanto alboroto por una banda así? Podrían pensar… pues, por varias razones que ahora expongo:   This Charming Man Benjamin Gibbard nació y creció en Washington escuchando a las bandas punk de su escena local, desde Bad Brains, Fugazi y Minor Threat, hasta Sunny Day Real State, Scream, Mudhoney, Soundgarden y Nirvana (¡vaya escena!), lo cual lo lleno de bríos para comprar su primer guitarra en 1997, año en el que él solo grabó y editó todos los instrumentos de su primer disco, realizando las maquetas de sus primeras canciones, mezclando y produciendo todo hasta tener como resultado: You can play this songs with chords, un demo grabado en cassette que Ben repartiría con sus amigos durante fiestas, algunas radios locales y universitarias que terminaron por programar un cover muy punk y ultra lo-fi de “This Charming Man”, original de The Smiths. A partir de entonces, algunas radios comenzarían a programar dicho cover y a pedir que “la banda” (a pesar de ser un trabajo solista, Ben ya utilizaba el nombre de Death Cab For Cutie como agrupación) se presentara para algunas entrevistas, por lo que de la noche a la mañana tuvo que reunir a algunos amigos y conocidos para poder interpretar sus canciones en vivo, así surgiría la primer alineación de DCFC para su disco debut Something About Airplanes un año después y para los dos discos posteriores: We have the facts and we’re voting yes y The Photo Album, trabajos con los que ganarían el reconocimiento de la prensa especializada como Spin, Paste y Pitchfork, obteniendo criticas medianamente positivas; pero no sería sino hasta el 2003, tras la salida de dos de sus miembros fundadores: Nathan Good y Micheal Schorr, y la llegada de Jason McGerr, que junto a Christopher Walla y Nick Harmer y Ben, formarían la alineación clásica de DCFC.     So, this is the new year!! Hoy en día, es innegable que DCFC es uno de los pilares de la música Indie-Rock de EU, especialmente en Seattle, gracias a una trilogía de discos impecable y soberbia: Transatlanticism Plans y NarrowStairs,  pero también ha de reconocerse que fue gracias a la serie de drama juvenil The OC, que su carrera musical se disparó de la noche a la mañana, llevándolos al éxito comercial gracias a que uno de los personajes principales, Seth Cohen, era fan de la banda en la serie (y en la vida real), lo cual justificaba sus reiteradas apariciones tanto en el soundtrack como en la serie. Y es que The OC fue para el género indie (a nivel internacional) lo que Saturday Night Live fue para los actores de comedia norteamericana, o lo que Sub Pop Records fue para la escena Grunge en los 90, un verdadero semillero de talento que le daría vida a todo un género. En otras palabras no se puede hablar de DCFC sin hablar de The OC, o viceversa. Fue casi una relación simbiótica de la que ambos salieron beneficiados. Your heart is an empty room Después del éxito de la banda, Ben se dio el lujo de comenzar una relación con la hermosa e insufrible Zoey Deschanel, conocida en el bajo mundo hipster como “Summer”, con quien contraería nupcias en 2009, justo después de terminar la grabación del increíble Narrow Stairs, mientras su compañera grababa 500 Days of summer. 3 años después firmarían el divorcio. Algunos fans afirman que la mayoría de las canciones del Narrow Stairs están dirigidas a su ex esposa, con quién ya tenía problemas desde antes de su boda, y aunque nadie lo sabe con certeza, canciones como “The Ice is Getting Thinner”, “Your New Twin Sized Bed” y Talking Bird”, bien podrían ser cartas de desamor y decepción dirigidas hacia Deschanel. Así que, de alguna forma, habría que agradecerle a la señorita ser la musa inspiradora del disco más depresivo y azotado de DCFC.   Tiny vessels Sin importar su decepción amorosa, Ben continuó su trabajo con la banda, editando 2 discos más de estudio: Codes and Keys y Kintsugi; participando en soundtracks como Twilight (tal vez lo único bueno de esas películas); lanzando su primer disco solista: Former Lives y colaborando con Steve Fisk y AJ Schnack en el documental Kurt Cobain: About a Son; por si fuera poco, volvió a casarse algunos años después con la manager de su banda Rachel Demy; grabó una canción con Foo Fighters para su álbum/documental Sonic Highways, además de compartir escenario con Lauren Mayberry de CHVRCHES en su última gira en norte américa. Todo esto hace de Death Cab For Cutie, una banda que se debe ver y

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Broadcast, o sucumbir ante la escritura automática de los botones tiernos

Es un tanto llano el día de hoy buscar la casilla para definir una música como la de Broadcast, desde lo más amplio y abstracto como sería denominarle Indie Rock, hasta clavadeces más estilizadas como pudo ser electropop experimental. Ambas definiciones un tanto válidas… un tanto escuetas. Para robustecer esta mirada por el retrovisor apelamos a uno de sus álbumes más exitoso, y no por ello menos denso: Tender Buttons (Warp, 2005). Un disco en el que hay que estar preparados para escuchar sintetizadores saturados, comprimidos, electrostáticos, corto-circuitos y demás ruidos relacionados con aparatos que emiten sonidos provenientes de la electrónica de bulbos. En tiempos donde Audiogalaxy y su básico sistema de algoritmos nos llevaban de una banda a otra esperando horas (quizá días) para bajar algún disco que parecía interesante, cierta vez me topé con este material que me atrapó de manera permanente y merecía la pena utilizar todo el internet de conexión telefónica posible. Las letras nos llevan por caminos ambiguos basándose en el método de escritura automática, Trish Keenan nos lleva por de resonancias y psicodelias de corte más bien pop que se quedan como una goma de mascar con muchas tonalidades en sabores y colores a explorar mientras se van degustando. I found the F, es el tema que abre el disco con una especie de escala básica de acordes de sintetizador y una batería que recuerda a algunos fills del clásico Starr. Todas las piezas conservan esta estructura verso-coro- verso que; sin embargo, nos remontan a música experimental. Un tanto por la saturación de los efectos y ruidos armónicos, un tanto por las letras en aparente irracionalidad. Tears in the typing pool nos frena y nos da un respiro del ambiente fuzzy previo. Es una canción de corte casi acústica y tonos nostálgicos en cuya letra no encontramos más que atmósferas de situaciones: The letters are sighing // The ink is still drying // I told you the truth // And now I sigh too. Escenas efímeras, nada explícitas porque no hay mucho que explicar. ¿Para qué? Tender buttons es un disco que merece escucharse tanto para crearse imágenes oníricas en la cabeza, como para dejar que esos ruidos exploren diferentes partes a las que nuestro cerebro no está acostumbrado… o no tanto.

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Underworld: titanes de la música electrónica contemporánea

Como olvidar la ya tan sonada “Born Splippy” (sí, esa rola de la película Trainspotting  que ponen al final cuando Mark Renton va caminando). Corría el año de 1996 y la música electrónica estaba en total auge,  fue así que Underworld supo llevar el techno a otros niveles de los cuales no se estaban acostumbrados. La música electrónica ha pasado por diferentes etapas, desde sus inicios con los pioneros Kraftwerk,  abrieron una brecha para que el beat tomara forma y se  empezaran a diversificar distintos sub géneros y se empezaran a formar grupos a los cuales estaban llenos de propuestas frescas e interesantes dentro del género, uno de ellos fue Freur (sí, los mismísimos Underworld actualmente). A principios de los 80, Karl Hyde y Rick Smith pusieron en marcha las ideas de nuevos sonidos de los cuales no se había puesto atención alguna, su primer sencillo lanzado en 1983: “Doot Doot” fue lo que los dio a conocer como un grupo de música experimental el cual gustaba de jugar con diferentes sonidos dentro de las primeras cajas de ritmos en esa década, más tarde en 1988 ya con el nombre de Underworld, presentaron el siguiente sencillo: “Underneath the Radar” el cual mostraba un Hi-Energy totalmente estilizado pero aun algo difícil de entrar en el mainstream, al siguiente año lanzaban su tercer disco Change the Weather, mediante el cual seguían buscando su propio sonido. Para la década de los 90,  Underworld re definiría su sonido dentro de la electrónica, Dubnobasswithmyheadman  lanzado en 1993 fue el boom dentro de lo que el techno podría ser capaz de sonar en cada rave que se celebraban en cada parte de Europa y Reino Unido en especial, sellaron su sello característico para ubicarlos y llegar a decir “Ah sí definitivamente son Underworld”. Dirty Epic  es una muestra de cómo se puede vocalizar serenamente en un ritmo semi lento pero no por eso aburrido, Karl Hyde encontró la manera de como adecuar las vocales en cada track que creaban y mostrar una vez más que en la música electrónica se puede cantar con unas líricas atrevidas, agridulces y un tanto ácidas. En 1996 llegaria el Second Toughest In The Infants, un disco en el cual se podía apreciar que seguían esa línea innovadora y atrevida de crear ritmos más estilizados, “Juanita Kiteless To Dream of Love” es una rola de más de 14 minutos (la versión de 12 pulgadas) que te hace perderte y mover los pies mediante un ritmo que no tiene fin, esto se ve reflejado en el DVD que sacaron en vivo en 1999 llamado  Eveything, Everything donde venían a mostrar porque eran los reyes del techno, fue monumental escucharlos y estar moviendo el cuerpo con rolas como “Jumbo”, “Cowgirl” y al final cerrar con “Born Slippy” que pareciera que marcara al final de un milenio.

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Future Islands y sus poemas conmovedores y efusivos

La música de la banda de Baltimore es inquietante, increíblemente poderosa y única. Nunca había escuchado algo como la voz del líder de los Future Islands, Samuel Herring. Es conmovedor y efusivo, pero también tiene momentos en los que se ríe maniacamente extendiéndose en la línea de un ser extraño y maravilloso al mismo tiempo. Por este tipo carismático y terriblemente teatral los Future Islands son reconocidos. En mi biblioteca musical los Future Islands están clasificados como “indie pop”, y supongo que eso es bastante preciso. Son una banda muy synth-heavy que no varía mucho de la música de la década de los 80, pero su sonido se debe mucho a la música pop creada hace 30 años. A veces en sus canciones se escuchan toques de un rock dance moderno, pero en general hay una sensación de un rock suave y ligero. La música de los Future Islands es interesante, es a la vez dinámica sin ser dinámica; es decir, que musicalmente tiene muy poca variación y eso tiende a sonar igual en muchas de sus pistas, pero es la voz de Samuel Herring con ese gran rango vocal y entrega única que continuamente trata de hacer que eso se escuche interesante pero a la vez puede ser la parte fatal del grupo. Una banda como Future Islands se toma mejor en pequeñas dosis. Tal vez por eso fue que disfruté tanto An Apology cuando la escuché por primera vez hace años. Pudieran considerarse como una banda pop para adultos. La pronunciación increíblemente gruesa y clara de las letras de Samuel Herring hacen que se distingan fácilmente y no dejen ningún tramo de la vida a la imaginación. Musicalmente es indiscutible, las canciones pueden ser poco memorables al final, pero atrapan a uno. Aparte de los extravagantes movimientos del frontman, Future Islands está haciendo algo bien.

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Arca, estructuras musicales de lava y esperma digital

Hace un año el tercer disco de larga duración del artista venezolano Alejandro Ghersi, mejor conocido en la escena electrónica como Arca, es una obra maestra y paradójicamente el mejor disco del mundo Alterlatino de 2017; la grabación con título homónimo es su disco más personal, el culmen de una búsqueda de texturas y de una identidad sonora y el primero en el que se atreve con el canto; si su música ya era abrasiva y lisérgica ahora con la lírica Ghersi ha dado la estocada final, penetrando e infectando con letras sencillas y versos directos la consciencia y la emotividad del oyente. Cada corte en Arca, es una herida hecha por un clavo que se ha oxidado con todo el dolor, el desasosiego y una forma única , sin reparos, sin máscaras y muy sincera de amar. Arca, un DJ radicado en Londres con una carrera musical forjada en New York University, puede jactarse de un curriculum en el que se incluyen tres mixtapes, igual número de EP ́s (“Barón libre” y “Stretch” 1 & 2; 2012-2014), la androginia bizarra y la síntesis monótona de su album debut (“Xen”, 2014), la crudeza y organicidad en un intento por esculpir con beats y secuencias la deformidad-heredera del genio del Aphex Twin mas oscuro- de “Mutant” (2015) y además, celebradas colaboraciones, mezclas y producciones con nombres tan importantes del mainstream como FKA Twigs (“LP1”, 2014), Kanye West (“Yeezus”, 2013), Frank Ocean (“Endless”, 2016) y Björk (“Vulnicura”, 2015). Con Arca el artista lleva sus obsesiones a un nuevo nivel en el que su talento, experto en generar estructuras de lava y esperma digital, se completa con una voz dulce y operática, en la que hasta la forma de respirar y el mínimo susurro cuentan. Como producto final tenemos el pop más enraizado y despechado que se haya escrito desde los días de Chavela Vargas, aquí sodomizado por capas de ambient, industrial, IDM y glitch. En tiempos en los que palabras como amor, alma o sentimiento carecen de valor funcional, espiritual o evolutivo, se han trivializado o se han cambiado por memes y publicaciones arrogantes y descorazonadas, la sensibilidad de Arca y su sexualidad convulsa, visceral- aunque desprovista de frivolidad queer barata- nos recuerdan lo importante que es para nuestra existencia como humanos, sintonizar con todas esas palabras, vivirlas y entregarlas sin temor, puesto que nunca nos van a abandonar, solo podemos aprovecharlas, domesticarlas, hacerlas canción. “Ámame otra vez / Si te atreves”. ARCA / “ARCA” / XL RECORDINGS / 2017  

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De Slowdive y una carta de amor al shoegaze

El shoegaze es un genero extraño, llamado así en los noventas de forma burlona por los periodistas de música ingleses por el hecho de que las bandas se pasaban todo un concierto mirando sus pies manipular los pedales de guitarra en lugar de interactuar con la multitud. Una especie de música particularmente cargada de clichés, de tocar la guitarra a ritmo particularmente melódico y triste, con letras parecidas a poemas escritos por adolescentes promedio expresando algunas emociones personales probablemente a sobremanera. Para ser honesto, muchos de estos estereotipos son precisos. Slowdive se formó a finales de los ochentas justo cuando Kevin Shields en My Bloody Valentine lograba obtener la perfección que buscaba en su sonido y lanzó Loveless, el álbum considerado por muchos pionero y referencia histórica del shoegaze. En 1993 Slowdive presenta Souvlaki una especie música confortable melodramática parecida a la música emo de los dos miles pero hecha en los noventas cuando la gente probablemente tenía más de buen gusto en general. En mayo de 2017 Slowdive lanzó su cuarto álbum autotitulado después de una brecha de más de 20 años. El primero que han puesto a la deriva desde Pygmalion (1995), que fue un experimento ambiental retrocedido en humor y textura. Sin embargo, este nuevo álbum es más un sucesor espiritual de Souvlaki. Es interesante ver a la banda, ahora 20 años más viejos retomando todo tipo de sonidos e ideas que estaban explorando cuando eran adolescentes. Las canciones se sienten más contemporáneas; sin embargo, no están tratando de mejorar su sonido para mantenerse relevantes, más bien, se han apegado a lo que la gente todavía ama de los sonidos que estaban explorando hace 20 años. Un disco que si uno trata de desmenuzar detalladamente resulta ser un poco abrumador; hay que dejar que te golpee y así resulta ser una joya en donde todo se une perfectamente. Esa es la belleza del shoegaze. Es frecuentemente, técnica y musicalmente complicada, pero simplemente uno tiene que dejarse caer en los lazos y surcos de cada nota que componen cada canción. Nuestra obsesión por la música y la gente realmente preocupada por la música melancólica está en casi todos los géneros (dentro y fuera de la música): Lou Reed, Kurt Cobain, Johnny Cash, Khonnor, Joy Division, Bob Dylan, etc,). Cualquiera que sea la razón, escuchar música abiertamente triste que utiliza la experimentación sonora con guitarras ruidosas y sonidos ambientales es definitivamente una experiencia catártica, que se debe de sentir. Para el amante de retomar momentos nostálgicos con ayuda de la música Slowdive de Slowdive es un gran disco, lleno de un montón de sensaciones que en lo personal estaba un poco preocupado que se perderían a medida que la banda envejeciera. Pero Souvlaki es probablemente todavía un mejor lugar para sentir la melancolía; quizás sólo por mis preconceptos nostálgicos, pero por alguna razón no creo que la banda vuelva a capturar realmente la clase de emociones crudas que hicieron con ese álbum. Otros clásicos del shoegaze que son necesarios repasar son Loveless de My Bloody Valentine y The Darklands de The Jesus and Mary Chain, unas de las primeras inspiraciones para el compositor principal de Slowdive, Neil Halstead. En Nueva Zelanda proyectos contemporáneos como The Shocking Pinks y Glass Vaults que estaban involucrados en un interesante experimentación de shoegaze-dream pop de lavada emoción o Grayson Gilmour no precisamente shoegaze pero temáticamente similar en su honestidad cruda. Slowdive de Slowdive es un gran homenaje al shoegaze y una revisión de los tópicos clásicos que hacen a la banda estar en su mejor momento después de 20 años. Para la próxima vez que piense escuchar a Slowdive espere al próximo día lluvioso.

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