Depósitio Sonoro

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En Estados Unidos de los años 20 el jazz se consideraba perjudicial para la salud humana

En la América de los años veinte, la música de jazz se consideraba perjudicial para la salud humana. Hay ejemplos de reacciones extremas al jazz por parte de figuras autoritarias que lo odiaron y temieron por las mismas razones que los nazis. El principal de tales enemigos estadounidenses del jazz era el furioso antisemita Henry Ford, creador de la empresa de autos Ford, quien temía que el jazz fuera, como lo habrían adivinado, un complot judío para infectar al país con música “racialmente inferior”.   Ford usó la música country blanca en las escuelas públicas como armas de guerra contra el jazz en la década de 1920, desplazando así la forma dominante de respuesta paranoica a la música negra en Estados Unidos. Otro, Harry Anslinger, comisionado de la Oficina Federal de Estupefacientes entre 1930 y 1962, inventó la guerra contra las drogas con su guerra con contra del tema del jazz. Dijo que sonaba como “la jungla en medio de la noche” y que podía “atraer a las mujeres blancas”. Anslinger persiguió implacablemente a Billie Holiday, Thelonious Monk, Dizzy Gillespie, Duke Ellington y Louis Armstrong.   Fue dentro de este ambiente de principios del siglo XX cuando otras instituciones, algunas de los más poderosos de Estados Unidos, declararon una guerra contra el jazz por supuestos motivos de salud pública.   El comisionado de salud pública de Milwaukee afirmó que la música dañó el sistema nervioso, y un artículo informó que causó la atrofia de las células cerebrales. En Cincinnati, un hospital de maternidad solicitó con éxito el cierre de un club de jazz cercano, argumentando que exponer a los recién nacidos a la música ofensiva tendría el efecto de “poner en peligro la felicidad de las generaciones futuras”.    Curiosamente, al igual que en los fervientes intentos de los nazis por controlar el jazz, como lo describió el escritor checo Josef Skvorecky, y como en los intentos del nazi alemán Joseph Goebbels por atraer la música por la supremacía blanca, fue hasta los años 50 que la segregación comenzó a desvanecerse un poco y el jazz comenzó a convertirse en un estilo más abierto pero con la consigna inicial: “el jazz comenzará a ser interpretado por músicos blancos para atraer a una audiencia comercial más amplia”. Y justo ahí comenzaría otra historia que ya escribiremos en breve.

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La mexicana Magos Herrera triunfa en EU y va por un Grammy

Magos Herrera (19709 fue nominada en la 61 entrega de los premios, en la categoría de Mejor arreglo instrumental musical con acompañamiento vocal, por la canción Niña, en conjunto con el cuarteto de cuerdas Brooklyn Rider.  Herrera es una cantante mexicana de jazz, compositora, productora y educadora. Canta en ingles, español y portugués. Cuenta con una trayectoria de más de 2 décadas y ahora se siente orgullosa por la nominación sobre todo porque la canción es una adaptación del poema Niña, del escritor mexicano Octavio Paz. “Herrera fue nominada en 2006 y 2009 para el Premio Lunas del Auditorio, otorgado por el Auditorio Nacional de la Ciudad de Mexico, a la mejor presentación en vivo en la categoría de Mejor Concierto de Jazz del Año.​ En 2009 su álbum Distancia fue nominado a los Grammys internacionales como mejor álbum de Jazz Vocal​ y en 2015 recibió el premio Berklee Latin Masters Award“.​ “Lo que más me enorgullece de esta nominación es que va de la mano de Octavio Paz. Lo más significativo, lo más poético es que puedo llegar como una mujer mexicana nominada al Grammy con una poesía de Paz”, comentó en entrevista. Magos espera tener suerte en la próxima entrega del Grammy, a donde llegará mostrando sus raíces mexicanas: “no olvidemos que todos los grandes cambios empezaron con un sueño”. Además, hace unas semanas apareció en la revista Forbes como parte de los mexicanos más creativos.

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Morphine: La cura para el dolor

Hay bandas/artistas como Morphine que están destinadas por las estrellas a ser grandes leyendas en su género. Figuras que influyen en millones de personas en todo el mundo y dejan su nombre grabado en letras de oro en la historia de la música. Sin embargo, también hay bandas/artistas que provienen de escenas pequeñas, muy locales, de nichos muy específicos, de géneros casi incomprendidos y olvidados que también han dejado grandes músicos e intérpretes pero que, desgraciadamente, no cuentan con la trascendencia que deberían, porque simplemente la vida es así. Justo en esa categoría podríamos poner a una banda alternativa de los 90 llamada Morphine, un power trio conformado por Mark Sandman (vocalista y bajista), Dana Colley (saxofón) y Billy Conway (batería). Una de las primeras bandas en probar que no se necesita una guitarra (al menos no como instrumento principal) para contar con un sonido potente y arriesgado. Desde su origen en 1989, la banda originaria de Cambridge, Massachusetts, combinó de forma muy peculiar el blues, el jazz y el swing con elementos básicos de rock en la mayoría de sus arreglos; mientras Colley usaba un saxofón barítono, Sandman se caracterizaba por tocar un bajo de dos cuerdas que estaban tensadas de tal forma que emitían la misma nota, dándole a su música un estilo muy original que de inmediato llamó la atención en pequeños clubs de Cambridge y Nueva Inglaterra. Algunos críticos especializados catalogaron a Morphine como una banda de  Low Rock.   Su primer disco Good contó con You look like rain, un suave y delicado ritmo de Acid Jazz entretejido con la envolvente voz de Sandman, mismo que logró colarse a algunas radios universitarias y los llevó a presentaciones en lugares pequeños de Massachusetts, pero fue en 1993 con Cure for Pain que Morphine llegaría a algunas cadenas locales de radio comercial para entrar de forma moderada y sutil al mainstream, gracias a una poderosa canción marcada por una línea bajo muy eficaz e hipnótica llamada ‘Buena’   Tiempo después saldrían Yes (1995) con diversas críticas no tan favorables, y Like Suimming (1997) con el que volverían a captar la atención de la prensa especializada, sobre todo de Rolling Stone y NME, quienes veían en la banda el potencial creativo suficiente como para romper las barreras entre el consciente colectivo comercial y el jazz. Sin embargo, esto nunca sucedió.   Aun así, la banda continuó realizando giras pequeñas por Europa y preparando un nuevo material denominado The Night, que sería lanzado de forma póstuma en el año 2000, debido a la temprana y sorpresiva muerte de su vocalista durante una presentación en Palestrina, Italia, el 3 de julio de 1999. La causa: un paro cardiaco que sepultó para siempre el futuro de la banda.  Sandman tenía apenas 46 años. A partir de entonces, nacería la leyenda de Mark Sandman y su banda Morphine, que nunca pudo consagrarse dentro del circuito comercial, pero que se convertiría en una de las bandas de culto más respetadas en todo el mundo, sobre todo en países como Bélgica, Portugal, Francia y España y por músicos como Les Claypol, Josh Homme y Miker Watt. Su estilo combina la elegancia de Miles Davis, la introspección de Coleman Hawkins y la solemnidad de John Coltrane, con pequeños trasfondos de ingenuidad y cinismo (Thursday, Sheila, In spite of me y Empty Box), en algunos casos guiados por Sandman (I’m Free Now, Like Swimming) y en otros, por la química existente entre los tres integrantes de la banda (Lilah, Miles Davis funeral ).   Para la posteridad queda su música como el legado perfecto entre el Jazz y el Blues, como una cura para el dolor encarnada en una banda con un final poético, casi a la Leonard Cohen: inesperado, repentino y pacífico. Después de todo, morir en un escenario mientras haces lo que más te gusta en la vida, de alguna forma debe ser un privilegio al que pocos músicos tienen acceso.

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Un poco de historia y diferencias entre un sampleo y un remix

Es un tema controversial y aunque pareciera muy sencillo  no queda del claro para algunos que no están relacionados con el tema de la diferencia que existe en utilizar sampleos o hacer un remix en una canción, no es lo mismo. Acá abordamos un poco el origen e historia. Nos gustaría mencionar que parte del origen de los sampleos provienen de músicos aficionados al jazz, todo esto a inicios del siglo XX, quienes a menudo lo practicaban en vivo con pequeñas partes de otras canciones de composiciones ajenas, esto, digamos, a modo de homenaje hasta que esa broma interna se fue popularizando entre la comunidad y cada vez era más inevitable. Por supuesto que al público le encantaba y eso hacía que los conciertos de jazz fuesen más divertidos y la asistencia incrementara. Posteriormente es cuando aparece el francés: Pierre Schaeffer que fomentó el uso de samples pregrabados y los manipulaba loopeando, cambiando el pitch, subiendo la velocidad o bajándola dependiendo de lo que sus obras de avant garde requerían y ya en la década de los años 80 es cuando aparecen los primeros samplers digitales encabezados por la marca AKAI. En resumen un sampleo es tomar unos segundos o alguna parte de otra canción e incrustarla sobre una de composición propia y un remix es reversionar y trabajar todo el track.

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Escucha una playlist dedicada a Haruki Murakami y su escritura

Es conocido el papel que juega la música en la obra del prolífico novelista japonés Haruki Murakami. Tiene una pasión por el jazz, al que considera su primer amor cuando comenzó como propietario de un club de jazz en Tokio, y ha escrito dos colecciones de ensayos titulados Portrait in Jazz y Portrait in Jazz 2. Pero Murakami también es fanático de la música clásica y el rock&roll: las tres formas se entrelazan en sus novelas con historias recurrentes, bandas sonoras y telones de fondo. La música es más que temática, define su estilo literario, como dijo a los oyentes en “Murakami Radio”, su paso como DJ en Tokyo FM.     “Un libro es una metáfora”. Es mejor hacer que hable sobre música, lo cual le complace hacer, moverse sin problemas entre los estilos con los mismos saltos imaginativos que hace en la página. Daniel Morales ha creado una playlist para su más reciente novela llamada Killing Commendatore (2017). Una colección de música de Sheryl Crow, Puccini, el Modern Jazz Quartet, Mozart, Thelonious Monk, Verdi, Dylan , The Doors, Beethoven, Bruce Springsteen, Roberta Flack, The Beatles, The Beach Boys y más. ¿Cómo encajan todos estos artistas al mismo tiempo? Al igual que los extraños sucesos en el mundo de Murakami, tienes que dejar de tratar de darle sentido a las cosas y seguir adelante.   “En lugar de aprender la técnica de contar historias de alguien”, explicó alguna vez Murakami, “adopté un enfoque musical, siendo muy consciente de los ritmos, la armonía y la improvisación“. Quizás este enfoque explique la calidad evocadora de su prosa.   Al leer sus libros, “te sientes triste sin saber por qué”, escribe Charles Finch en The Independent, en una reseña de la última publicación de Murakami, Killing Commendatore (2017), “y sin embargo, dentro de esa tristeza brilla una pequeña parte de felicidad”. Podríamos decir algo similar acerca de los sentimientos evocados, un blues o una canción de Bob Dylan: la música nos ayuda a acceder a emociones para las que no tenemos palabras listas.   Murakami traduce ese anhelo en su escritura. “Las imágenes conocidas oscuras y solitarias que recorren sus novelas: lluvia, natación, pasta, jazz, un tipo particular de sexo cálido e impersonal, raíces que anhelan la verdad de la vida cotidiana”. Su novela más reciente,  Killing Commendatore, incluye un tercer arte: la pintura. Su protagonista, que busca reinventar su vida y obra, descubre un importante mensaje a través de una serie de eventos mágicos.   Entonces, dejamos en esta nota una Playlist sugerida para sumergirse en las letras y el mundo de Murakami.    

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Una guía por los mejores relanzamientos de Japón en 2018

Aunque los discos japoneses han estado en demanda durante años, 2018 ha visto una proliferación de reediciones y compilaciones que muestran la extraordinaria producción musical del país, desde el jazz y el pop de la ciudad hasta la música ambiental y la vanguardia. Desde álbumes de imágenes ambientales y Studio Ghibli, hasta pop sintetizador de YMO y J-jazz raros.   Alentados por el éxito de reediciones como A través del espejo de Midori Takada, Utakata No Hibi de Mariah y Kakashi de Yasuaki Shimizu en años anteriores, los sellos han empezado a profundizar más, por lo que por primera vez hay discos muy raros para audiencias fuera de Japón.   Con registros originales cada vez más difíciles de obtener y como las principales marcas japonesas a menudo se muestran renuentes a otorgar licencias de reedición, sellos como WRWTFWW, LAG, Studio Mule, BBE y Light In The Attic han liderado el camino.   Hiroshi Sato – Orient (WeWantSounds) Hay una historia en la que el multi-instrumentista Hiroshi Sato rechazó una oferta para estar en YMO por Hosono a finales de los 70, con Ryuichi Sakamoto tomando su lugar. Si Sato hubiera aceptado la invitación, no nos hubiéramos invitado a Orient, la obra del productor de 1979 que abarca la electrónica ambiental, la exótica lúdica y el pop sintetizador esotérico.   Orient fue reeditado a principios de 2018 por WeWantSounds, el sello con sede en Londres y París que ahora supervisa la reedición del idiosincrásico álbum de Tadaima en 1981 de la vocalista y compositora Akiko Yano. Desdibujando las líneas entre el pop sintetizador y el juguetón pop de Japón, presenta YMO coproducido por su entonces esposo Ryuichi Sakamoto.       Colored Music – Individual Beauty (HMV Japan / Japanism) El dúo de sintetizadores de culto, Colored Music tuvo su álbum homónimo de 1981 reeditado este año por WRWTFWW. Sin embargo, ya que hay suficiente material para completar una lista como ésta, es la reedición de la nueva ola de doble música de Colored Music en la reedición de Japan Music.       MKWAJU Ensemble – Ki-Motion (WRWTFWW)    Un verdadero tesoro de rarezas japonesas de ambient y jazz en 2018. Aunque su etiqueta hermana We Release Jazz puso un par de discos de Rui Fukui este año, podemos, miramos más allá de la reedición de MKWAJU Ensemble LP Ki-Motion, que presenta a Midori Takada en la marimba.       Takashi Kokubo – A Dream Sails Out To Sea (LAG Records) Otro título que entró en vigor en 2018 fue LAG Records. Recibió nuestra reedición favorita 12 “de 2017 para Neo-Plant, que comenzó este año con una reedición del famoso Kisshō Tennyo del compositor de Studio Ghibli Joe Hisaishi, la partitura original de un cómic de los años 80 del mismo nombre. Unos meses después, el sello lo siguió con A Dream Sails Out To Sea de Takashi Kokubo, un álbum de imágenes de 1987.       Yasuaki Shimizu – ReSubliminal (HMV Japón / Japanism) Otro artista responsable de algunas de las principales reediciones del año pasado es Yasuaki Shimizu. Su extraño álbum de 1987, Subliminal, fue grabado en París y fue reeditado por HMV Japan a principios de este 2018, con 2 ediciones de Chee Shimizu. Varios artistas – Kumo No Muko (Jazzy Couscous) Dirigida por dos franceses en Tokio, Jazzy Couscous lanzó una colección de música pop sintetizada, ambient y new age de los años 80 en Japón, que presenta una gran cantidad de artistas fundamentales y hermosas obras de arte de Lucy Harris, que volvió a imaginar todos los álbumes que aparecen como ilustraciones a lápiz de color en la contraportada del álbum. Tohru Aizawa Quartet – Taquibana (BBE) NO fue todo pop ambiental y sintetizador. Este año, BBE redobló sus esfuerzos para traer a un puñado de magníficos artistas japoneses de jazz de nuevo al centro de atención, lanzando una compilación de J-Jazz llamada a principios de año, así como East Plants, de Takeo Moriyama y Tachibana del Tohru Aizawa Quartet. Un estudiante de medicina, Aizawa y sus amigos grabaron el LP para el rico hombre de negocios Ikujiroh Tachibana en marzo de 1975. Luego, Tachibana utilizó el álbum terminado como una tarjeta de presentación, que se convirtió en uno de los discos de jazz japoneses más raros de todos los tiempos.

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Zildjian, el fabricante más antiguo de la música data de 1622 en Turquía

La historia poco conocida de los platillos de batería es más interesante de los que podemos pensar. A cualquier baterista, y a los que no, le puede interesar esto. En 1622, Avedis Zildjian, un metalúrgico armenio en Turquía, fundió una combinación de metales para crear el platillo perfecto. Casi 400 años después, los descendientes de Zildjian son uno de los vendedores de platillos más conocidos del mundo.  Cuando se trata de instrumentos musicales, hay marcas y legados, nombres indiscutiblemente indicativos de la calidad y la artesanía para quien toca con ellos confían en ellos de por vida. En el mundo de las percusiones, la marca más longeva y de más historia es Zildjian, el famoso fabricante de platillos conocido en todo el mundo, amado por los mejores bateristas.   Zildjian es mucho más viejo que Martin Guitars (1839) o cualquier otro fabricante de instrumentos contemporáneo. De hecho, la compañía puede ser el fabricante más antiguo del mundo de casi cualquier producto. Zildjian fue fundada hace 400 años en Constantinopla por el metalúrgico armenio Avedis, quien en 1622 “fundió una combinación de metales de alto secreto”, escribe Smithsonian, “para crear el címbalo perfecto”. Lo anterior recrea de manera dramática la alquimia del descubrimiento de Avedis y la historia global de Zildjian. Para Pellegrinelli, de The New York Times, data del “proceso secreto de fundición” de Avedis cuatro años antes, 1618. (La propia compañía data de su fundación en 1623.) Pellegrinelli señala que la “nueva aleación de bronce” de Avedis agradó al Sultán, Osman II, quien “le otorgó al joven artesano permiso para hacer instrumentos para la corte y le dio el apellido armenio Zildjian (que significa ‘hijo del fabricante de platillos’). “La familia se instaló en el barrio costero de Samatya en Constantinopla, donde el metal llegó en caravanas de camellos y burros alimentados por máquinas primitivas”.   Mozart y sus contemporáneos admiraron los platillos de Zildjian, y “lo que llegó a conocerse simplemente como ‘platillos turcos’ fueron asimilados por orquestas europeas y, en la primera mitad del siglo XIX, en nuevos estilos de bandas militares y de bandas de viento” del Este y el oeste. En 1851, los platillos de Zildjian zarparon en una goleta de 25 pies con el nombre de la familia, con destino a la Gran Exposición de Londres. Kerope Zildjian introdujo la línea de platillos K Zildjian en 1865, todavía en producción y ampliamente en uso hoy en día. (Las antiguas K aún se pueden ver en varias orquestas sinfónicas importantes).   A medida que la escena del jazz despegó en la década de 1920 en Estados Unidos, muchas tiendas de música llevaron Zildjians exclusivamente, y los bateristas como Gene Krupa ayudaron a refinar y desarrollar los famosos instrumentos aún más, haciéndolos más finos, más sensibles y capaces de cortar el sonido. La historia de Zildjian es la historia de la música occidental y su inconfundible influencia oriental, una historia increíble de 4 siglos de historia, llena de intriga e innovación brillante, y que contiene en su corazón un misterio alquímico, una receta secreta aún muy protegida por la familia Zildjian.

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Greg Fox, el hombre que creó un universo en sus manos

Greg Fox es un artista multiinstrumentista interdisciplinario con sede en Nueva York que crea música que se autoarticula en el proceso mismo de hacerse, es decir, es música que se centra en la creación de la música en sí. Como músico, Greg Fox no es nada más que un intrépido. Su estilo de percusión dentro y fuera de sus proyectos mas conocidos y en compañía, le ha dado una perspectiva intrigante y única. Una mezcla explosiva entre la energía de la música experimental electrónica y la pirotecnia del jazz que hacen que sin duda, la música de Greg Fox sea difícil de ubicar y comparar con cualquier otro baterista, logrando evocar a aquellos momentos en los que la mente se vuelve incapaz de percibir el detalle sonoro que recibe pero que es capaz de identificar al artista como un cuidador del ritmo.  Greg Fox ha recurrido a la ayuda de un desarrollo tecnológico llamado “percusión sensorial” que le permite activar líneas de sintetizadores secuenciadas al tocar su batería para generar texturas melódicas a su expresivo estilo de percusión permitiéndole acompañarse de material melódico prefigurado. Combinado con el virtuosismo polirrítmico, este método permite a Greg Fox filtrarse dentro de un “post-free jazz” en el que los resultados sonoros son verdaderamente emocionantes. Sin embargo, las estructuras melódicas que él mismo va trazando (que son sumamente interesantes), al mismo tiempo pueden ser sombrías progresiones sonoras que a menudo se sienten serpenteantes y olvidables cuando aparecen por su cuenta. Este problema Fox lo solucionó con el apoyo de otros músicos con extrañas yuxtaposiciones de guitarras y saxofones que se filtran a través del telón de fondo sintético activado por las percusiones de Fox proporcionando un misterioso remolino de sonidos creando un universo sonoro. Mientras que los jazzistas convencionales a menudo parecen abrirse para permitir que una energía espiritual fluya a través de ellos en forma de música en toda su expresión rítmica y física, Greg Fox parece que se está esforzando en impulsarse a sí mismo en virtud de su propia habilidad, esfuerzos que especialmente en el jazz llaman la atención ya que es un género en el que el sonido de los músicos se desliza y enreda sobre los movimientos de los demás. La percusión sensorial de Fox, en la que cientos de sonidos se activan con la batería, no permite eso, por lo que los sonidos son mucho más envolventes cuando otros músicos se unen a la refriega. La música de Greg Fox es un capricho que definitivamente tiene la sensación de que él está haciendo un intento inconsciente de contribuir con la evolución de la música, una declaración descarada de progresión. Aunque no siempre esto es exitoso, uno tiene que admirar siempre este tipo de ambiciones. Greg Fox ha creado música que es difícil de describir tanto en términos genéricos como teóricos y por eso debemos agradecerle.     

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